viernes, 27 de noviembre de 2009

PPE DE VERGARA 128

La misma quincalla que contamina fácil
está aquí enhebrándonos,
a mi poeta esperando el fútbol,
al que carcajea como si fuera un eco.

El hielo trae abajo el alcohol,
une y desune en retales húmedos
la barra del bar que es igual al horizonte,
la gelatina del corazón y la conciencia.

Esa rubia se atusa la nuca,
levanta las tetas y el ánimo,
apura los mástiles de las piernas
con las lacas de las manos
y cruza las medias y yergue el pubis
ronroneante de abajo a arriba.
Sabe verse como un premio de tragaperras.

El estrépito de la vida con sus cuajos
de grasa y carisma
acodado en la cerveza o el gin tonic
que ponen fácil la lujuria
lubricando las billeteras.
Se asola sola la fidelidad
con aventuras tan simples
que valen solo un pensamiento
o el precio de estas depilaciones.