El ojo ve sólo lo que hay detrás,
las rodillas rudas, tensas, presienten
la mordida del latigazo.
Entreverando las costillas la tensión
late, concentra sangre
en asaltar:
pensamiento premonitorio
para que todo tenga el arco que la pupila traza
devastadoramente,
y el aliento de tantos pende de ti, tú solo
sueño de sueños, golpe de luz
desabrochando barreras
para un orgasmo en gol.
Y de qué te sirve si
cada ilusión trafica en euros
que no pueden pagar ni apagar el
hambre de otros...