Lo insidioso es imprescindible: |
descuelga
el sueño, |
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impera
en tu cerebro |
como
un francotirador |
ante
tu conciencia. |
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Existe
un gradiente exquisito de tortura, |
un
punzón que agrieta el vacío y lo filtra |
para
llenarnos de pesarosa y dulce vida. |
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Hay
que vascular la sangre hacia ese llanto |
silencioso
e imprescindible |
como
una risa invertida. |
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No
existe poema sin desasosiego; |
huye de la sebosa
placidez, |
con la consigna que
el vacío desparrama en tu mente, |
con su magma de
tiempo libre ahogándonos |
en el insípido
ombligo. |
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Deja la rutina
envolverte en su enjambre, |
sueña en mitad del
zumbido, |
con otros milagros
en otro papel, |
en otra persona, |
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La felicidad
alimenta sus hebras |
sólo de anhelos. |
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